EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS

Nada escapa a su pluma: actualidad, política, religión, arte, historia…
Su prosa, hacedora de acertijos y lecturas múltiples que serán una tentación para todo aquel que se atreva a sumergirse en las páginas de este libro, invita a perderse en laberintos donde lo siniestro late bajo cada palabra, donde es difícil (y quizás imposible o innecesario) discernir qué es pesadilla, qué es realidad, qué es recuerdo.
Siempre controversial, con ideas punzantes sobre lo banal y absurdo de nuestra sociedad, Leonel Narice estimula la reflexión, abriendo nuevas perspectivas de pensamiento, como un agente del cambio a través del poder de la letras y la intelección.
Este libro, primer premio en un concurso de literatura latinoamericana, nace como un tributo a las artes con una serie de cuentos cautivantes y tramas inesperadas que darán mucho que hablar.
Leonel Narice es, sin lugar a dudas, un joven talento a descubrir.

RESEÑAS

Luis Gusmán, reconocido escritor argentino, autor de obras como "El frasquito": "Una sorpresa al leer: "El hombre de las mil caras". En principio un elogio: el abuso del anacronismo, en el lenguaje y en el estilo. En la misma orientación los epígrafes que están también en la misma dirección: Giovan Battista Marino, Platón, Schopenhauer. Las disquisiciones filosóficas en los relatos, el uso retórico del ejemplo y el contraejemplo hacen que este libro sea un libro raro. Mucho más raro en un autor de estos tiempos. Este autor es un escritor que reclama la crítica como derecho de lo que hace. Y eso es elogiable. Si tuviera que encontrar un antecesor en nuestra literatura me inclinaría por Santiago Dabove y su libro de cuentos, tan elogiado por Borges: "La muerte y su traje", y especialmente el relato: "Ser polvo". Hay algo gótico en estos relatos que recuerdan los tiempos de Mary Shelley, y de los llamados poetas de los cementerios. Como en un cuento de Giovanni Papini, el diablo puede tener mil caras. Ser un extraño o un familiar. Quizás, si tuviera que elegir un relato, me inclinaría por "La casa de Duisburgo" donde todo el misterio parece estar encerrado en Víctor Savoia : “Quién era ese hombre, recuerdo que me dije, casi con horror. ¿Cómo era posible que supiera mi nombre ?”. La pregunta instala el misterio; y este, instala el horror. En la solapa, Javier Szulman habla de Stephen King, sin duda maestro del suspenso y del horror de ese gótico americano donde todo es apacible y de pronto aparece el horror cuando un detalle cotidiano se transforma en algo siniestro. Creo que el horror de los cuentos de este libro proviene de otra fuente, quizás más temible, el horror metafísico. Creo que la pregunta de Nietzsche con que cierra el libro: “¿Es el hombre solo un fallo de Dios o Dios un fallo del hombre ?”, describe a la perfección, o a la imperfección, que es en esa hiancia donde se abre el abismo por donde transitan los personajes de estas historias."

Discurso de Guido Gromadzyn - Feria del Libro de Buenos Aires 2017: “Cuando hace algunos años Leonel me envió por correo electrónico las primeras versiones de sus cuentos, la curiosidad por leerlos se vio desplazada durante semanas por las inclementes embestidas del “no tener tiempo”, esa excusa que tanto usamos hoy en día los esclavos del sistema. Justo cuando finalmente me dispuse a leerlos y releerlos, y, como buen amigo del escritor, a esbozar una devolución crítica y constructiva, Leonel perdió los estribos y me recordó vehementemente mi deuda. Casualidades de la vida: el paciente escritor pierde su paciencia con el lector venido a menos, eterno procrastinador, justo el día en el que este decide traicionar su fanatismo por posponer. Entendible, claro, cuando pienso que Leonel es justamente un tipo que decidió encontrar el tiempo necesario para tejer su pasión, el tiempo necesario para construir sus castillos de palabras. Quizás desaprovechando mi condición de amigo íntimo, nunca quise preguntarle cuáles son los “verdaderos” significados, el mapa de viaje de sus cuentos, porque definitivamente soy de esos lectores que aman perderse en la literatura (y que en tantos casos terminan perdiéndola en el camino). En esa deleitable confusión que logran generar los cuentos de Leonel (en distintos modos, distintos registros, distintas intensidades) radica el valor de relectura que incuestionablemente tienen. Uno los termina releyendo, primero por necesidad, luego por placer, pero siempre con esa hermosa sensación de estar reconstruyendo un laberinto o recordando un sueño. Decía Cortázar sobre la monumental novela “Paradiso” de José Lezama Lima: “Una obra así no se lee; se la consulta, se avanza por ella línea a línea, jugo a jugo, en una participación intelectual y sensible tan tensa y vehemente como la que desde esas líneas y esos jugos nos busca y nos revela”. Cuando uno se adentra en los recovecos de este libro, una de las primeras sorpresas es la variación de registro entre cuento y cuento, en ocasiones abismal. El título “El hombre de las mil caras” parece en este sentido más que adecuado. Algunos cuentos se expresan desde un discurso directo, de “imágenes imaginables”, a veces visceral y provocativo. Otros se resisten más al lector amateur, generando una especie de vértigo demencial, una confusión que no surge del escrutinio literario sino que constituye la pared frontal del cuento, la primera cara que uno ve cuando lo lee. El lenguaje de Leonel es tremendamente rico, pero esta hermosa filigrana lingüística no es ornamental: todo “cómo” termina teniendo un “porqué”. Horacio Quiroga afirmaba que “El cuento es una novela depurada de ripios”. Y efectivamente Leonel nos hace transitar una carretera repleta de subidas y bajadas adrenalínicas, pero tan suave, colorida y disfrutable, que no se nos ocurre irnos a la banquina. Quizás, si hiciera falta encontrarlo, un punto en común entre todos los cuentos de este libro es que sus personajes flotan en una especie de limbo, de laberinto entre lo real y lo imaginario, de suspensión del tiempo y del significado, marcados por ese destino ya escrito (real o imaginario). Literatura que en cierta forma siempre habla de literatura. Y las comparaciones son odiosas, pero me emociona pensar en "Las babas del diablo", o en "Triste Le Ville" del eterno Abelardo Castillo. Para no aburrir termino con dos frases: “Pocos hombres tienen la fuerza de carácter suficiente para alegrarse del éxito de un amigo sin sentir cierta envidia” dijo Esquilo. Y la última de Gunter Grass: “Las personas siempre han contado cuentos. Mucho antes de que la humanidad aprendiera a leer y escribir, todo el mundo escuchaba cuentos. Y había narradores que los contaban mejor que otros, es decir, que la gente les creía más sus mentiras”. Amigo Leonel Narice, envidio tu increíble capacidad de hacernos creer tus mentiras."

Discurso de Javier Szulman - Ginebra 2017: "Leonel Narice es un artesano de la palabra. Al mirar la tinta que Leonel vertió sobre el papel, somos inmediatamente arrastrados a un universo paralelo donde el romance, la aventura, el suspenso reinan sin dar respiro. Mientras uno fluye vertiginosamente en los relatos en que se ha sumergido, va decodificando un código oculto que elegantemente ha sido tejido a la historia. Sus intensos relatos presionan sobre la duda cartesiana: ¿Qué es real? Lo caracterizo a Leonel como un escritor intenso y plurivalente, con pasiones como la historia, filosofía, literatura, relaciones internacionales, ética. Como asimismo también el amor y los desencuentros, la amistad, el coraje. En fin, la experiencia humana en sí misma. Transmite una percepción nueva, muchas veces generando deliberadamente la polémica, como un estímulo para el debate con el lector. Su prosa es muy sincera. Quienes lo conocemos bien podemos, a veces, identificar experiencias personales que se traslucen en sus escritos. Pero son pocos esos casos, ya que su capacidad creativa logra generar una ficción completa. Un mundo nuevo dentro de cada relato. John Gardner, el gran escritor norteamericano de cuentos y novelas, en su libro "On becoming a novelist" nos dice que "uno de los rasgos del escritor nato es su aptitud para encontrar o (a veces) inventar maneras interesantes de decir las cosas". Y eso es justamente lo que distingue a Leonel Narice."

PRESENTACIÓN

Presentación junto a la traductora Brenda Narice – Día del Traductor 2017 – ENS Lenguas Vivas “Sofía Broquen de Spangenberg”.

FRAGMENTOS

"Mentiría si dijera qué fue; el gesto que hizo con los labios, o el de los ojos al cerrarlos, o cómo frunció el rostro para evitar que las lágrimas volvieran a brotar de nuevo, pero sé que fue en ese momento que (...) la vi, realmente la vi tal como era, como si la hubiera estado esperando desde siempre, mágica, fascinante. Y a la vez, inalcanzable. Sentí unas ganas infinitas y desesperadas de abrazarla, de que nunca se fuera, de tenerla contra mí para siempre, de sentirla y protegerla; pero no pude. Y Usted, ¿qué es lo que más quiere, lo que más desea en la vida, eso por lo que estaría dispuesto a hacer lo que fuera? La pregunta me llegó como una ráfaga que me dejó ciego; vaya paradoja, ciego en el momento de mayor lucidez de mi vida, porque aunque parezca mentira, nunca antes había tenido todo tan claro; como esa máxima que dicta que hay un instante en la vida de cada hombre en el cual sabe para siempre quién es. Y en ese instante yo supe quién era, y allí estaba mi respuesta, palpable como nunca antes, al alcance de la mano. Pero el tren corre a toda prisa, sin piedad con aquellos que hemos dudado en el momento justo y que vamos por ir, sin saber adónde, sin rumbo alguno." (El tren)

"Lo que soñé fue una mujer, idéntica a Perla, aunque ignoro ya si sea correcto decir que aquella fuera en verdad la misma Perla que yo conocí (y cuya suerte fuera entonces la mía, y por qué no viceversa), que se internaba en una biblioteca, algo que habría de lamentar por el resto de su vida, porque allí, en aquella biblioteca, similar (casi idéntica) a la que alguna vez supe tener, le sería deparada de pronto la abyección más atroz, el desengaño más ominoso: en los ejemplares que habría de encontrar sobre la mesa, abiertos y boca arriba, y de los que no reconocería a ninguno de los autores, numerosas marcas de uñas y señales de lápiz en los márgenes de las páginas le revelarían observaciones y pensamientos, por los que vería asomar involuntariamente el alma de aquel al que había de amar, sufriendo el horror de percibir cómo todo lo que era propio de él, todo aquello que lo definía como individuo, su carácter, sus vivencias, incluso su rostro y su cuerpo, todo, su existencia misma se hallaba compendiada, y más aún prefigurada, allí, en un montón de libros. Fue entonces que me desperté sobresaltado, con un fuerte dolor en el pecho y una sensación abismal de vacío." (El Profesor)

"Desde aquel intercambio de saludos y la fingida espontaneidad para invitar a Aimée (cuya sublime interpretación descubre en cada gesto a Elizabeth) a ese prodigio de anhelos y suspiros que es Roma, las líneas y acontecimientos que han de sucederse reescriben como por arte de magia el guión que con tenacidad ha seguido mi vida. Aún recuerdo aquella noche, antes de que Elizabeth fuera efectivamente Elizabeth (o tal vez no), en que la conocí en aquel bar, antes de despertarme sobresaltado por un terror inaudito de hacerle algún daño. Reconozco que estaría faltando a la verdad si dijera que era particularmente hermosa: nada había en su figura que cautivara la curiosidad general; sin embargo, su fragilidad, temblorosa como una flor al viento, lograba conmover aun al espíritu más insensible. A mi lado, en cambio, encontré el indolente confort de Sigrid (de tono paradójicamente más nórdico que Simone), que dormía plácidamente, siempre indiferente a mi trance. No intuyó, como es lógico (no podía hacerlo, tampoco lo hice yo), que aquel sería el preludio del final; la felicidad había asomado de pronto inverosímilmente lejana, como un ideal esquivo, casi imposible. Testigos pasivos de ese (este) desvelo resultaron Dandy, Gomo, Belet y tantos otros que contaron con la escasa fortuna de conversar conmigo en aquel tiempo, condensados todos, como si la ironía hubiera de jugar con el papel que me es dado interpretar en esta historia (y que, con no menos sarcasmo, equivale a hablar de mi vida), en el personaje que es homónimo mío. Temo que por entonces había caído ya en las fauces de este laberinto, en donde la luz (destello inclemente y no menos cegador que la más insondable oscuridad) no es más que un artificio, una fugacidad etérea." (Si tú eres mi sueño, entonces yo soy el tuyo)

SOBRE EL AUTOR

Leonel Narice nació en la Ciudad de Buenos Aires y es Licenciado en Economía. Fue el ganador del certamen Letras Argentinas de Hoy 2015 organizado por la Editorial De Los Cuatro Vientos.

PUNTOS DE VENTA

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ISBN 978-987-08-1215-9 Diseño de tapa: Mabel Yokobori Book Landing Page | Developed By Rara Theme. Powered by WordPress.